¿Que tan dispuestos estamos a sufrir por alguien?
Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte. Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos. Joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de mi amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Ésa es mi dote...La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar. Tendrás tu oportunidad: Si pasas la prueba, me desposarás.
Así pasaron las horas y los días. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve, y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena.
Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos. Alllegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa: ¿Qué fue lo que te ocurrió? ..Estabas a un paso de lograr la meta. ¿Por qué perdiste esa oportunidad?. ¿Por qué te retiraste?.Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, contestó en voz baja: No me ahorró ni un día de sufrimiento... Ni siquiera una hora... NO MERECÍA MI AMOR.
3 Comments:
Tu historia me hizo recordar otra historia, un cuento de Oscar Wilde que habla de sacrificios y de amores que no lo merecen.
En resúmen es algo así:
El Ruiseñor y la Rosa
Una bella jóven es pretendida por un buen hombre que le ofrece todo su amor, ella presumida y caprichosa le pide que le dará una oportunidad siempre que el traiga una rosa roja, pero es época de invierno y no existen en el bosque, él, desesperado no sabe que hacer e implora por una solución, el ruiseñor que pasaba por ahí escucha las palabras de este pobre enamorado y conmovido por la situación decide ayudarlo y ofrece en sacrificio su propio corazón..."No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ... -La muerte es un buen precio por una rosa roja"
A la mañana siguiente, el jóven encuentra la rosa roja para su amada, una rosa que se tornó roja por el sacrificio del desangrado corazón del ruiseñor, sin embargo, al llegar con tan valioso presente la muchacha insensible, desprecia tal ofrenda y todo el dolor y la muerte que fue necesaria para conquistar aquel amor queda en nada...
Es triste ver que a veces todos los sacrificios que hacemos en nombre del amor, de ese amor que muchas veces no se lo merece, sólo terminen con nuestro propio corazón desangrado.
Cariños
Yve
By Yvette Reydet Saieh, at lunes, mayo 08, 2006 9:07:00 a. m.
Hola amiga, interesante la historia.
te dejo un abrazo
By Rossana, at jueves, mayo 11, 2006 1:19:00 p. m.
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